Por Daniel Miliá
El 27 de junio la empresa lanzó a última hora una oferta pública de acciones (OPA) de USD 12 millones de acciones Clase A por un monto cercano a los USD 59,4 millones. La compañía anunció que los ingresos netos se utilizarían para fines corporativos generales, incluidos los pagos en efectivo por servicios de lanzamiento y equipos y servicios adicionales relacionados en el tercer trimestre, dando al suscriptor una opción de 30 días para comprar hasta 1,9 millones de acciones adicionales. Hasta aquí, la forma de exponer el hecho relevante no deja de estar fuera de la norma para entidades de esta envergadura de manera de dar tiempo a los inversores, tras el cierre de operaciones, para que analicen la propuesta y hojas de balance. El problema subyace en qué motivación tuvo AST para lanzar la OPA en el contexto actual de la empresa.
Si bien puede ser una estrategia financiera coherente en un escenario de tasas elevadas, aunque con leve tendencia a la desaceleración, sorprendió el monto de fondeo solicitado al mercado, ya que es equivalente a total anual de gastos en I+D y al 10% de la erogación proyectada para gastos de administración. El resultado no fue el esperado por el Directorio: las acciones de AST cayeron un 19% en la actividad after-hours y se desplomaron un 26% en la actividad previa a la comercialización, no dando señales a la fecha de reversión de la tendencia.
Tal es el desconcierto que causó la estrategia en cuanto a monto y oportunidad del anuncio que desaparecieron en los principales portales de información bursátil los ingresos y costos proyectados para 2023. No obstante, se estima un notable repunte de los gastos en investigación y desarrollo al trepar de los USD 45,6 millones en 2022 a USD 53,8 millones para el presente ejercicio. A su vez, la contracción del EBITDA será notoria al marcar un descenso de 7,8% y ubicarse en USD 152 millones, aumentando el rojo operativo en USD 10 millones anuales.
Paralelamente, para aquellos que conjeturan que hubiese sido mejor recurrir a la emisión de obligaciones negociables o buscar financiamiento bancario, se debe aclarar que es una opción que la firma ya exploró y usó. Prueba de ello es la emisión de deuda en 2022 e inicios de 2023, en donde la mayor carga de compromisos comprometerá el 25% de la facturación del próximo año.
A este panorama, y como es también habitual, los analistas observan de cerca el flujo libre de efectivo con que contará la firma para responder eventualidades. En base a ello, tras reportar en 2022 un rojo de USD 31,6 millones, en 2023 el rojo prácticamente se duplicará, mientras que para el próximo año la tendencia se ralentiza pero sigue con firmeza: la empresa tendrá una pérdida equivalente a 1,4 veces las ventas proyectadas. Mientras tanto, la cotización a la fecha del presente informe es 50% a lo cotizado durante la pandemia.
Proyección histórica de ingresos – actual y estimado (en mm USD)
Autor: Daniel Miliá. Magister en Gestión Económica y Financiera de Riesgos Especialista en Mercado de Capitales. Lic. En Economía. Autor de libros y artículos de finanzas y mercado de capitales. Conferencista nacional e internacional.