Tres taikonautas chinos regresaron a la Tierra después de seis meses a bordo de la estación espacial Tiangong, consolidando el avance de China en la exploración espacial.
La tripulación de la misión Shenzhou-18, formada por Ye Guangfu, Li Cong y Li Guangsu, aterrizó con éxito en Mongolia y según la agencia estatal Xinhua, todos se encuentran en buen estado de salud. Durante su tiempo en la estación, los astronautas realizaron experimentos en medicina espacial, física básica y ciencias de la vida, contribuyendo a los crecientes esfuerzos de China por fortalecer sus capacidades de investigación en el espacio y establecer una presencia continua en órbita.
Este proyecto se suma a los esfuerzos de China en el espacio con la estación Tiangong, cuyo nombre significa «Palacio Celestial». Esta plataforma orbital modular es gestionada por la Administración Espacial Nacional China (CNSA) y está ubicada a unos 400 kilómetros sobre la Tierra. Desde el lanzamiento de su primer módulo en 2021, la CNSA ha trabajado en su expansión con otros módulos que permiten la realización de experimentos científicos en condiciones de microgravedad. Tiangong es una apuesta de China por la independencia en el espacio, en contraste con la Estación Espacial Internacional (EEI), que desde su inicio en 1998 representa un esfuerzo de colaboración global entre las agencias espaciales de Estados Unidos, Rusia, Europa, Japón y Canadá.
La EEI fue concebida como un símbolo de cooperación internacional al final de la Guerra Fría y ha funcionado durante más de dos décadas como un laboratorio científico en órbita. Situada también a unos 400 kilómetros de altura, la EEI ha facilitado investigaciones en biología, materiales y medicina, contribuyendo al entendimiento de la adaptación humana en el espacio a largo plazo. Ha recibido astronautas de distintas nacionalidades y cuenta con una estructura modular que le ha permitido actualizarse con el tiempo, aunque su antigüedad ha comenzado a evidenciar limitaciones tecnológicas. Se espera que sea desmantelada o transferida a manos privadas en la próxima década debido al elevado costo de mantenimiento y los desafíos tecnológicos que enfrenta tras más de 25 años de operación.
La estación Tiangong, en cambio, incorpora avances tecnológicos más recientes y un diseño optimizado que permite realizar experimentos de última generación, alineados con los intereses científicos y estratégicos de China. Mientras que la EEI ha operado bajo un modelo de acceso internacional abierto, Tiangong refleja los objetivos de China de desarrollar capacidades tecnológicas y científicas independientes en el espacio. Sin embargo, China ha expresado interés en abrir la estación a colaboraciones internacionales, lo cual podría ofrecer una alternativa para países que actualmente dependen de la EEI.
Durante los seis meses de misión de la tripulación Shenzhou-18, los experimentos realizados se centraron en aspectos como el impacto de la microgravedad en la salud humana, un área de investigación compartida con la EEI. En ambas estaciones, este tipo de estudios permite a los científicos entender cómo los cuerpos humanos reaccionan a la falta de gravedad y a la radiación, conocimientos que son clave para futuras misiones de larga duración fuera de la órbita terrestre.
El regreso exitoso de Shenzhou-18 y la reciente llegada de una tripulación de reemplazo muestran el compromiso de China con la continuidad de sus investigaciones en órbita. Con una vida útil estimada de más de diez años, Tiangong está en una fase inicial de operaciones y se espera que su capacidad y alcance se amplíen, haciendo posible que la CNSA mantenga una presencia a largo plazo en el espacio. Mientras tanto, la EEI sigue siendo el principal símbolo de cooperación internacional en la exploración espacial, aunque su posible retiro plantea interrogantes sobre el futuro de las misiones internacionales en órbita y la continuidad de la investigación científica en microgravedad.
En este contexto, la estación Tiangong emerge como un modelo alternativo de estación espacial que permite a China avanzar de manera independiente en la tecnología espacial, al tiempo que explora la posibilidad de colaborar con otros países. La misión Shenzhou-18 refuerza la posición de China como una potencia espacial capaz de mantenerse activa en el espacio con sus propios recursos. A medida que la EEI se acerca a su fase final de operación y Tiangong se consolida como una plataforma independiente, el mundo observa cómo estas estaciones espaciales reflejan enfoques distintos y un cambio en el equilibrio de poder en la era de la exploración espacial.