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Negocios y finanzas

Balance 2022: un desempeño deslucido de las empresas “New Space”

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por Eliana Fernández Massi*

2022 ha sido un año turbulento para los mercados financieros, contexto en que las posibilidades de financiamiento y las valuaciones de las empresas de tecnología han bajado significativamente en medio de la continua incertidumbre del mercado y el aumento de las tasas de interés. Las empresas espaciales no están exentas de esta tendencia, en especial las compañías del llamado “New Space”: empresas que han nacido como start-ups, muchas de ellas como spin-off de instituciones científicas, financiadas por capitales de riesgo y/o inversores “ángeles” que, a diferencia de las empresas tradicionales del sector, asumen mayores niveles de riesgo técnico y de mercado, y apuntan a nuevos segmentos asociados a oportunidades de innovación tecnológica. Se trata de segmentos de mercado donde la estrategia de “mover primero” es clave, lo cual impone como imperativo acortar tiempos y costos de desarrollo y puesta en operación de la tecnología. Esto sumado a la búsqueda por aumentar la escala y probar modelos de negocios de distintos verticales hace que la capacidad para obtener financiamiento resulte de vital importancia.

El boom del financiamiento a este tipo de emprendimientos se dio en el contexto de 2018-2021, de condiciones macroeconómicas favorables con baja tasa de interés, que generó un apetito por el riesgo entre los inversionistas. Durante ese periodo se produjo la mayor cantidad de operaciones de oferta pública inicial (IPO) entre las empresas del New Space a nivel global, mayormente a través de una transacción denominada SPAC (empresa de adquisición de propósito especial, por sus siglas en inglés) que mediante la fusión con empresas financieras les permite a las start-ups comenzar a cotizar en bolsa de manera más simple y rápida que un IPO convencional.

Según Promus Ventures, una firma de capital de riesgo con importantes inversiones en el área espacial, la estrategia de cotizar en bolsa a partir de un SPAC les permite a las nuevas empresas espaciales acceder a las grandes cantidades de capital que necesitan para ejecutar sus modelos de negocios, y a la vez les posibilita comprar activos downstream, lo cual es difícil de hacer como una empresa privada.

En 2021 se producen la mayor cantidad de operaciones IPO a través de SPAC:  nueve empresas espaciales, entre ellas Virgin Orbit, Planet, ArQit, Redwire, Rocket Lab, Spire, Astra, Momentus y BlackSky. A principios de 2022 se efectiviza el SPAC de la argentina Satellogic, anunciado en 2021. Por primera vez, estas empresas revelaron sus ingresos, o la falta de ellos, y en sintonía con la valuación de las empresas tecnológicas a nivel global, sufrieron una reducción notable de sus cotizaciones a meses de haber realizado su oferta pública inicial.

Para 2022 las condiciones macroeconómicas cambiaron, con tasas de interés más altas y regulaciones más estrictas. Esto se tradujo en un menor interés por parte de los inversionistas en las operaciones de oferta pública inicial de las empresas tecnológicas y en particular, las espaciales. Solo el fabricante de antenas SatixFy y el desarrollador del módulo de aterrizaje lunar Intuitive Machines anunciaron fusiones SPAC que no se descartaron más tarde.

En conjunto, las empresas espaciales que cotizan en bolsa a partir de acuerdos SPAC han tenido un pobre desempeño durante 2022. A partir del índice “New Space” confeccionado por la consultora Space Works, que representa a este grupo empresas, se observa cómo en conjunto han experimentado una caída de las valoraciones de hasta un 50 % durante el año, más aún que la disminución del 27 % observada en el sector de tecnología en general.

En contraste, las grandes empresas consolidadas del sector a nivel global, en especial las representantes de grandes grupos de aeroespacial y defensa (A&D) ligadas a complejos militares nacionales (en particular, el de EE.UU.), han tenido un desempeño fenomenal en términos de cotización en bolsa durante 2022. Empresas como Lockheed Martin, Raytheon, Northrop Grumman y BAE Systems incrementaron su valuación entre un 15% y un 37% durante el año. Esto se atribuye al aumento de la demanda en respuesta al conflicto en Ucrania y las tensiones de larga data con China, que han llevado a los gobiernos occidentales a aumentar los presupuestos de defensa.

Evolución del desempeño comparado de las empresas espaciales que cotizan en bolsa (New Space vs Traditional Space). Fuente: SpaceWorks

Respecto al desempeño de las empresas New Space, en un artículo del medio CNBC, el autor Michael Sheetz señaló que no todas estas empresas fueron necesariamente los mejores representantes de la industria, y muchas están fallando por razones que no tienen nada que ver con la economía. Entre las principales dificultades se destacan los altos requerimientos de gastos de capital y modelos de negocios aún no consolidados, así como dificultades para sortear trabas regulatorias y generar ingresos de manera recurrente. Asimismo, la propia estrategia de cotizar en bolsa vía un SPAC expone a las empresas a un mayor escrutinio y presión por parte de los inversores. Al respecto, William Ricard, gerente del área espacial de PwC, señala como problemática que algunas empresas utilizan el SPAC como herramienta para financiar sus actividades de I+D y no como manera de escalar un negocio de por sí rentable. 

A modo de ejemplo, podemos considerar el segmento de observación terrestre. Durante 2022, el Deutsche Bank realizó un seguimiento de las tres compañías de imágenes satelitales que comenzaron a cotizar en bolsa a partir de acuerdos SPAC: Planet, BlackSky y Satellogic. Como resultado, a fin de año el banco emitió recomendaciones de compra de las acciones de Planet y BlackSky, alegando que tienen “un historial de generar ingresos y evitar las trampas que históricamente han plagado al sector”. Sobre BlackSky destaca su capacidad de ganar contratos del sector de defensa, mientras que respecto a Planet señala que sus ingresos altamente recurrentes eventualmente deberían generar una prima de valuación, “similar a las de compañías de software líderes”. Respecto a Satellogic, si bien destaca que sus satélites tienen mayor resolución, el banco señaló que esto no representa un gran valor adicional para sus potenciales clientes. Según el banco, este “esfuerzo redundante” y sus dificultades para generar ingresos recurrentes pone en duda su capacidad para competir con Planet en el largo plazo. Esta valoración negativa que hace el banco de la empresa se suma a anuncios recientes sobre recortes de personal y cambios en su plan de negocios.

Comparación de precios de cierre históricos de las empresas de observación terrestre que cotizan en bolsa. Fuente: Indice New Space de SpaceWorks

Las empresas que cotizan en bolsa son solo una porción menor del universo New Space. Si consideramos las empresas espaciales en los mercados privados, encontramos que entre enero y octubre de 2022, la financiación de capital de riesgo ha alcanzado los 6200 millones de dólares en 112 acuerdos a nivel global, aproximadamente a la par con el capital récord recaudado en 2021, según datos de PitchBook.

Sin embargo, la distribución del capital está desequilibrada con un puñado de actores acaparando la mayor parte del financiamiento. Sin contar un acuerdo particularmente grande a principio de año de una start-up de manufactura en el espacio, ICON Technology, el financiamiento favoreció principalmente al gigante de lanzamiento SpaceX, que ha recaudado 3.600 millones de dólares. Muy lejos en cuanto a volumen de capital involucrado, le siguen distintas empresas de observación terrestre, lanzamiento y comunicaciones.

Acuerdos de financiamiento según tamaño y sub-sector. Fuente: Pitchbook

Dentro del segmento de observación terrestre, los mercados financieros privados han favorecido en particular a las empresas de imágenes radar. La finlandesa ICEYE, operador de la mayor constelación de satélites de radar de apertura sintética (SAR), recaudó una Serie D de 136 millones de dólares en febrero. Por su parte, su competencia en el segmento de imágenes SAR, la start-up Capella Space obtuvo 60 millones de dólares a principios de este año.

Las tendencias de recaudación de fondos para el espacio han seguido al sector tecnológico más amplio. En su último informe Euroconsult escribe que, desde el punto de vista de los inversores, actualmente se priorizan los objetivos de contar con mayor liquidez, lo cual ha afectado las estrategias financieras de las empresas, entre ellas las referidas a fusiones y adquisiciones. En particular, hubo dos adquisiciones importantes este año: Maxar Technologies y Aerojet Rocketdyne.

Maxar acordó ser adquirida por la firma global de capital privado Advent International en un acuerdo de 6400 millones de dólares (4000 millones sin incluir deuda), lo que representa una prima del 129 % sobre el último precio de cierre de sus acciones. Por su parte, Aerojet Rocketdyne acordó ser adquirida por el grupo de defensa L3Harris Technologies por 4700 millones de dólares (un 7% por encima de la oferta original de Lockheed Martin a fines de 2020). La transacción de Aerojet cae en la tendencia más amplia de consolidación en el sector aeroespacial y defensa. Esta tendencia fue iniciada en los años 90, momento a partir del cual el número de contratistas principales en EE.UU. se reduce de 51 a solamente cinco: Lockheed Martin, Raytheon, General Dynamics, Northrop Grumman y Boeing.

Tanto las condiciones macroeconómicas como la evolución de los modelos de negocios y la maduración de los proyectos tecnológicos de las empresas espaciales son factores que parecen indicar que el escenario del “New Space” ha cambiado considerablemente respecto a la década anterior. A medida que se prolongue la tendencia entre los inversores a favorecer negocios con ingresos recurrentes probados y a alejarse de modelos de negocios inciertos e intensivos en gastos de capital, es de esperar que a futuro ocurran nuevas fusiones y adquisiciones en el sector a nivel global, y el sector se encamine en un proceso reiteradamente anticipado de consolidación.

* Ingeniera industrial, becaria doctoral de CONICET y doctoranda en Desarrollo Económico en la Universidad Nacional de Quilmes.

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