por Daniel Miliá*
En los últimos años el fabricante estadounidense no encontró forma de escapar de fuertes pérdidas hasta el tercer trimestre de 2022 En ese periodo, Boeing presentó un EBITDA negativo de $2.306 millones sobre un ingreso total de poco menos de $16.000 millones. El retroceso se debío a la crisis del 737 MAX. Lo que era el motor de sus ingresos, se convirtió en un problema cuyas consecuencias aún persisten en la hoja de balance.
Durante años la división de Defensa se mostró como un refugio seguro para los inversores de Boeing: precios altos, gran volumen de producción y contratos a largo plazo. La contracara de ello fue el abuso sostenido de los contratistas sobre las finanzas de las fuerzas que compraban los productos. En este sentido, se registró: demoras, sobrecostos, paquetes contratados que no cumplían las expectativas del operador y aumentos de precios que marcaban la ineficiencia del proveedor.
A fin de año, Boeing afirmó que no contempla el desarrollo de un avión nuevo hasta al menos el 2030/2035. Esta noticia impactó fuertemente al mercado, ya que implica apostar fuerte por el 737 MAX y cede el liderazgo del segmento más codiciado del mercado a Airbus. Si Boeing sigue adelante con su decisión de no encarar un diseño nuevo hasta al menos 2035, le habrá regalado el segmento de aviones de pasillo único de 150 pasajeros o más a la competencia.
Expertos del sector sostienen que el error fatal de Boeing es sentarse a esperar una tecnología disruptiva por fuera del 737 MAX mientras Airbus capturan sin oposición tres regiones del mercado que serán clave en los próximos años: China, el Sudeste Asiático y el cruce del Atlántico Norte. Nace aquí la principal cuestión a monitorear en 2023: si Boeing pierde el mercado de América del Norte y Europa, no tendrá el poder para ejercer presión de mercado en el futuro.
Sin embargo, previo a salir la publicación de resultados del último trimestre del año, Wall Street da una clara señal: las acciones de la firma treparon 57% en los últimos 3 meses de 2022, la mayor suba en cuatro décadas. De hecho, al cierre de 2022, la capitalización de Boeing llegó a $113.000 millones, es decir, unos 19.000 millones por encima de la de Airbus.
La suba del precio de las acciones de Boeing no es meramente especulativa, sino que está basado en la producción del gigante industrial y los ingresos que se esperan. Debido al aumento de entregas de los modelos 737 MAX y 787, la proyección de entregas para 2025-2026 podrían llegar a significar $100.000 millones de ingresos para la compañía, con $10.000 millones de flujo de caja.
Si bien la recomposición del flujo de efectivo es considerado positivo por parte del mercado, no implica que la solidez general de la empresa esté garantizada. Boeing aún tiene asuntos pendientes en materia de indemnizaciones y compromisos financieros asumidos en medio de la crisis de los MAX y la pandemia.
Sin perjuicio de ello y a la espera de la publicación de los resultados del último cuatrimestre, parece que los números en rojo han quedado atrás. Para el último trimestre del año los ingresos se proyectan en $19.910,6 millones, un EBITDA en el orden de los $1.391,3 millones y un ingreso neto luego de impuestos de $83 millones. Para el 2023, se prevé una tasa de crecimiento de ingresos en torno al 21,3%, la cual desciende levemente al 14,5% en 2024. En cuanto a los costos, tienen una trayectoria menor que las ventas, aunque la estructura de gastos operativos, probablemente por los contratos celebrados para 2024, se torna peligrosamente significativa y será una variable clave a monitorear en la próxima exposición de resultados.
Proyección histórica de ingresos – actual y estimado (en mm usd)