Durante una reciente cumbre del bloque BRICS, la alianza espacial sino-rusa anunció la incorporación de 13 países a su iniciativa para construir una estación científica internacional en la Luna.
Entre los nuevos socios figuran Bolivia, Nicaragua y Venezuela, en lo que representa una expansión estratégica del proyecto más allá del eje euroasiático.
Un bloque lunar alternativo
La International Lunar Research Station (ILRS), impulsada por China y Rusia desde 2021, fue concebida como una alternativa al programa Artemis liderado por Estados Unidos y sus aliados. Excluidos del ecosistema colaborativo occidental, Pekín y Moscú han promovido una arquitectura lunar multilateral con base en principios de cooperación sur-sur.
La adhesión de nuevos países fue confirmada el 29 de abril de 2025 por Dmitri Bakánov, director de Roscosmos, en una reunión de agencias espaciales de los países BRICS. Además de los tres latinoamericanos, la lista incluye a Azerbaiyán, Bielorrusia, Egipto, Etiopía, Yibuti, Pakistán, Senegal, Serbia, Sudáfrica y Tailandia.
Adhesión técnica o simbólica
Aunque la mayoría de los nuevos firmantes no cuentan con capacidades espaciales desarrolladas, su inclusión responde a una lógica de alineamiento político y diplomático. Para países como Bolivia, Venezuela o Nicaragua, la participación ofrece visibilidad internacional y respaldo geoestratégico, más que un rol operativo concreto.
Del lado africano, naciones como Etiopía o Sudáfrica ya colaboraron previamente con China en observación terrestre y buscan ahora participar en la exploración interplanetaria.
Diferencias con el modelo occidental
A diferencia de la estación Gateway de la NASA, que orbitará la Luna como punto intermedio para misiones tripuladas, la ILRS se instalaría directamente en la superficie lunar, posiblemente en el polo sur. El plan incluye una primera fase robotizada, seguida por infraestructura para misiones humanas hacia la década de 2030.
La estación funcionaría bajo una lógica multilateral diferente a la de los Acuerdos Artemis, privilegiando la cooperación entre países no alineados con Occidente.
Capacidades y desafíos de los socios principales
China continúa consolidando su presencia lunar: tras el éxito de Chang’e 5 en 2020, lanzó el orbitador Queqiao-2 en 2024, esencial para futuras misiones en la cara oculta de la Luna. Este mismo año planea lanzar Chang’e 6, que recogerá muestras lunares.
Rusia, en cambio, enfrenta más obstáculos: su misión Luna-25 fracasó en 2023, pero mantiene en agenda las misiones Luna-26 y Luna-27.
Ambos países buscan aprovechar sus capacidades tecnológicas para promover una gobernanza espacial alternativa, en un contexto de creciente fragmentación del orden internacional.
El nuevo tablero del espacio
La expansión de la ILRS representa una fase avanzada en la competencia por el orden político del espacio exterior. En paralelo al bloque liderado por Estados Unidos, que ya reúne a más de 30 países bajo el programa Artemis, Moscú y Pekín buscan consolidar su esfera de influencia orbital.
Más allá del desarrollo tecnológico, lo que está en juego es el control normativo y estratégico del espacio lunar. La inclusión de países con poca infraestructura espacial apunta a generar legitimidad global y contrapesar el predominio occidental.
Fuentes: