Cooperación satelital China-América Latina: de CBERS a la Declaración de Wuhan

A partir del programa CBERS de 1988, China ha consolidado una red de satélites y estaciones de control en América Latina, estableciendo un nuevo paradigma de cooperación tecnológica sin la intermediación de Estados Unidos.

China ha desarrollado en las últimas dos décadas una estrategia de cooperación espacial con países de América Latina. A partir de un acuerdo bilateral con Brasil en 1988, el programa CBERS (China-Brazil Earth Resources Satellite) ha lanzado siete satélites de observación terrestre, el último previsto para 2025. Esta colaboración permitió a China consolidar alianzas tecnológicas y a los países de la región acceder a capacidades espaciales sin intermediación de Estados Unidos.

En 2010, Argentina autorizó la instalación de la Estación Espacio Lejano en Neuquén, operada por la Agencia China de Lanzamiento y Control de Satélites (CLTC). Desde su puesta en servicio en 2018, la estación ha apoyado misiones científicas y del programa lunar chino (Chang’e). El Departamento de Defensa de EE. UU. ha señalado que la infraestructura podría tener usos duales, tanto civiles como militares.

China ha implementado proyectos similares en Bolivia (satélite Tupac Katari y estación de control en La Paz), Venezuela (satélites Simón Bolívar y Sucre), Perú, Paraguay y Ecuador. En todos los casos, los convenios incluyen cooperación académica, transferencia de tecnología y ventajas financieras.

En abril de 2024, la Declaración de Wuhan, suscrita por China y 25 países de América Latina y el Caribe, estableció un marco multilateral para promover la exploración lunar, el desarrollo de satélites, el monitoreo de recursos y la formación de recursos humanos. Es el primer acuerdo regional de este tipo en alta tecnología espacial.

La respuesta de Estados Unidos se ha basado en advertencias sobre riesgos estratégicos y posibles aplicaciones militares de sistemas satelitales chinos. En enero de 2025, el secretario de Estado de EE. UU. advirtió que algunas plataformas chinas podrían interceptar señales o rastrear activos militares.

Sin embargo, la oferta china ha sido percibida como una alternativa práctica: financiamiento, formación de ingenieros aeroespaciales y colaboración técnica sin condiciones políticas. Según el analista Alexandro Casagrande, esta estrategia opera como poder blando, fortaleciendo la posición de China en el hemisferio.

Para 2030, los principales interrogantes son: qué países o empresas controlarán las órbitas sobre América Latina, quién proveerá servicios de imágenes y conectividad, y con qué fines se desplegarán nuevas constelaciones. La dinámica actual muestra una expansión pausada de China y una respuesta estadounidense reactiva.

Fuentes:

SCMP

The Diplomat

CFR

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