Un equipo de ingenieros australianos está revolucionando la navegación nocturna con un sensor de inteligencia artificial inspirado en un insecto inusual: el escarabajo pelotero.
Famoso por su capacidad para orientarse utilizando la Vía Láctea, este insecto milenario sirvió como modelo para el desarrollo de un sistema que promete mejorar la navegación en entornos de baja iluminación, desde vehículos terrestres hasta satélites y drones.
Este avance combina biología, visión computarizada y exploración espacial, y podría transformar la forma en que las máquinas encuentran su camino en condiciones adversas, sin depender de señales de GPS o referencias luminosas convencionales.
La sabiduría evolutiva del escarabajo pelotero
Hace más de una década, científicos suecos descubrieron que los escarabajos peloteros nocturnos usan la luz de la Vía Láctea para mantenerse en línea recta mientras ruedan sus bolas de estiércol. A diferencia de otros insectos que se guían por la luna o el sol, este escarabajo ha desarrollado una estrategia única: identificar una franja luminosa en el cielo que permanece estable, incluso cuando las estrellas individuales se vuelven borrosas por el movimiento.
Este comportamiento fascinó al profesor Javaan Chahl, ingeniero de teledetección en la Universidad de Australia del Sur (UniSA), quien lidera un equipo de investigadores decididos a trasladar esta capacidad natural al mundo de la inteligencia artificial.
Desarrollo de un sensor celestial
El primer paso fue comprobar si un sistema de visión por computadora podía identificar la Vía Láctea en movimiento, como lo hace el escarabajo. Para ello, los investigadores montaron una cámara en el techo de un vehículo y capturaron imágenes del cielo nocturno mientras el vehículo estaba en movimiento y en reposo.
Los resultados fueron sorprendentes: la Vía Láctea permanecía visible y estable, incluso en condiciones de desenfoque por movimiento. Este hallazgo permitió al equipo crear un algoritmo capaz de detectar la orientación del cielo nocturno y utilizarlo como guía, abriendo el camino a un sistema de navegación artificial con inspiración biológica.
Nuevas rutas para satélites, drones y robots
Yiting Tao, candidata a doctorado en UniSA, explicó que el sensor desarrollado no solo podría servir como respaldo en la estabilización de satélites, sino también en el control autónomo de drones nocturnos o incluso en robots terrestres que se desplacen en ambientes con visibilidad limitada. “El siguiente paso es integrar el algoritmo en un dron y permitirle volar de forma autónoma durante la noche”, aseguró.
Este enfoque ofrece una solución elegante y natural a uno de los mayores retos en la navegación autónoma: operar sin señales externas confiables. En zonas rurales, subterráneas, extraterrestres o con interferencias, estos sistemas podrían proporcionar un respaldo vital.
Insectos: los ingenieros naturales del futuro
El profesor Chahl destaca que los insectos resolvieron problemas de navegación que siguen desafiando a las máquinas actuales. Con cerebros minúsculos y sin sensores sofisticados, evolucionaron estrategias brillantes para ubicarse en el espacio y alcanzar sus objetivos.
Además del escarabajo pelotero, otros insectos como las abejas, libélulas o las hormigas del desierto demostraron una capacidad asombrosa para usar señales solares o patrones celestes. Estudiarlos no solo ayuda a entender mejor el mundo natural, sino que también puede desbloquear tecnologías disruptivas en inteligencia artificial, robótica y exploración espacial.
Biología y tecnología: una alianza para navegar el futuro
La intersección entre la biología evolutiva y la tecnología avanzada demuestra que la innovación no siempre proviene de laboratorios futuristas, sino también de observar lo que la naturaleza perfeccionó durante millones de años. Este proyecto demuestra cómo un humilde escarabajo puede inspirar soluciones en sectores tan complejos como la aeronáutica, la robótica autónoma, o la navegación espacial sin GPS.
Con esta línea de investigación, el equipo australiano no solo propone una herramienta útil, sino que redefine la manera en que entendemos el diseño de sistemas inteligentes. En un mundo donde las condiciones ideales rara vez existen, aprender de los insectos podría ser la clave para construir tecnologías verdaderamente resilientes.
Fuentes:
https://www.unisa.edu.au
https://techxplore.com
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov