México lanzará su propia constelación de satélites a partir de 2027, en uno de los proyectos espaciales más ambiciosos de su historia.
En un país donde la geografía montañosa y la desigualdad histórica han obstaculizado el acceso a internet, esta iniciativa busca cerrar la brecha digital, fortalecer la soberanía tecnológica y dotar al país de herramientas clave para enfrentar desafíos ambientales y sociales.
Un proyecto espacial con enfoque social
Anunciado durante la Feria Aeroespacial de Santa Lucía, el proyecto contempla, en su primera fase, el despliegue de al menos tres satélites. Estas unidades estarán dedicadas a mejorar la cobertura digital en más de 3,000 comunidades, y también a brindar servicios clave para la seguridad nacional, telemedicina, navegación, agricultura y monitoreo ambiental.
Entre las aplicaciones más destacadas figura la vigilancia activa del volcán Popocatépetl y el monitoreo de huracanes, dos amenazas naturales que afectan periódicamente al país.
Brenda Escobar, directora general satelital de la Agencia Espacial Mexicana (AEM), detalló que el sistema satelital tendrá un doble propósito: expandir la conectividad digital en zonas rurales y proveer de servicios estratégicos al gobierno, como comunicación segura y análisis de datos territoriales.
Ciencia, tecnología y transferencia de conocimiento
El proyecto se sustenta en una visión de largo plazo: formar talento nacional, transferir tecnología y consolidar infraestructura propia. Para ello, contará con el apoyo de instituciones como la UNAM, el IPN y la Secretaría de Ciencia y Tecnología, quienes trabajarán en conjunto con la AEM.
Esta integración busca no solo garantizar la viabilidad técnica del sistema satelital, sino también fomentar el desarrollo de especialistas en tecnología espacial, fortalecer el ecosistema científico-tecnológico y posicionar a México como un actor con capacidades autónomas en el espacio.
Ambición tecnológica en un clima económico incierto
La iniciativa llega en un momento complejo: el Fondo Monetario Internacional proyecta una recesión del 0.3% para México en 2025, en parte por los efectos de la guerra comercial impulsada por el expresidente Donald Trump, que elevó los aranceles a productos mexicanos.
No obstante, la presidenta Claudia Sheinbaum minimizó estas proyecciones y reafirmado su apuesta por el “Plan México”, centrado en impulsar la producción nacional, promover la sustitución de importaciones (particularmente de China) y fortalecer el bloque regional a través del T-MEC.
En ese marco, el proyecto satelital aparece como una respuesta estratégica: una forma de diversificar la economía, crear empleos altamente calificados y reforzar la autonomía del país en áreas críticas como las telecomunicaciones, la gestión ambiental y la seguridad.
Hacia la soberanía espacial
Más allá de su impacto inmediato, el lanzamiento de esta constelación representa una apuesta por la soberanía tecnológica. En un mundo donde la conectividad y el acceso a datos son condiciones básicas para el desarrollo, contar con una infraestructura espacial propia deja de ser un lujo y se convierte en una necesidad estratégica.
Además, México busca un lugar en el reducido grupo de países con capacidad autónoma de observación y telecomunicaciones, lo que puede traducirse en una mayor capacidad para tomar decisiones informadas, gestionar riesgos naturales y participar activamente en misiones internacionales.
El verdadero desafío: mantener el rumbo
El éxito del proyecto dependerá de la continuidad política y del respaldo financiero sostenido. También será clave la coordinación efectiva entre las instituciones involucradas y el compromiso de incorporar al sector privado e industrial para escalar las capacidades del país.
En definitiva, este salto tecnológico representa una apuesta por un futuro más justo, inclusivo y soberano, en el que la brecha digital se reduzca no solo con conectividad, sino con ciencia y voluntad política.
Fuentes:
https://www.monitorexpresso.com