Desde febrero de 2022, el satélite ruso Cosmos 2553 experimenta rotaciones erráticas a 2 000 km de altitud. Informes de LeoLabs, Slingshot Aerospace y CSIS confirman su pérdida de control, mientras su estatus militar suscita debates sobre la obsolescencia del Tratado del Espacio Exterior.
En febrero de 2022, Rusia lanzó el satélite Cosmos 2553, oficialmente presentado como una misión de investigación de efectos de radiación en entornos extremos. Desde noviembre de 2024, dos firmas de seguimiento orbital —LeoLabs y Slingshot Aerospace— han registrado un patrón sostenido de rotación descontrolada a 2 000 km de altitud, en una región de alta radiación típicamente evitada por satélites de comunicaciones y observación terrestre.
Los datos de radar Doppler de LeoLabs muestran variaciones en la velocidad angular y la orientación del cuerpo principal que indican pérdida de control de actitud. Imágenes ópticas de Slingshot Aerospace confirmaron estas oscilaciones, lo que motivó su clasificación como “caída descontrolada con alta confianza” en el informe conjunto de ambas compañías. Un análisis independiente del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), obtenido por Reuters, coincide en que el satélite ya no está operativo.
El gobierno ruso ha negado que Cosmos 2553 forme parte de un programa de armas antisatélite, señalando que sus objetivos son exclusivamente científicos. No obstante, en abril de 2025 Estados Unidos reiteró su acusación de que Moscú desarrolla un sistema nuclear antisatélite capaz de neutralizar grandes constelaciones comerciales, como Starlink de SpaceX. La falta de información oficial sobre el estado real del satélite intensifica la desconfianza entre las potencias.
Este episodio ocurre en un contexto de creciente militarización del espacio. Desde 1967 no se ha actualizado el Tratado del Espacio Exterior, diseñado cuando solo unas pocas superpotencias operaban satélites aislados. Hoy operan más de 8 000 satélites activos según la ONU, incluyendo constelaciones privadas y plataformas con tecnología dual. No existe un mecanismo de verificación ni normas explícitas que prohíban armas antisatélite, lo que deja un vacío legal ante posibles ataques o accidentes orbitales.
Los riesgos de colisión y generación de escombros son altos: un fragmento procedente de un satélite inerte puede desencadenar cascadas de impactos (síndrome de Kessler) que comprometan sistemas críticos de navegación, comunicaciones y observación global. Aunque Slingshot Aerospace informó en marzo de 2025 cierta reducción en la tasa de rotación de Cosmos 2553, Belinda Marchand, su directora científica, advirtió que la estructura interna del satélite probablemente sufrió daños irreversibles.