Por Daniel Miliá
Los subsidios para acortar la brecha digital abren un nuevo debate en el área espacial. Por un lado, en Argentina, el ENACOM otorgó un subsidio millonario por el 25% de sus ventas anuales a la empresa Orbith sin un correcto análisis retrospectivo de su hoja de balance y posibilidades de brindar un servicio adecuado. Por otro, la FCC niega en agosto de 2022 la solicitud de un subsidio de USD 855 millones a Space X para proporcionar banda ancha a zonas rurales de Estados Unidos al no poder demostrar que el servicio pueda brindarse en las condiciones estipuladas contractualmente.
La política de subsidios a la oferta en estos dos casos marca un claro contraste. La excesiva flexibilidad y poco contralor como regla en el otorgamiento de fondeo público, como en el caso argentino, o bien el mayor el mayor poder de auditoría y seguimiento tal como el caso estadounidense. Para la FCC, Space X debía demostrar su capacidad financiera, legal y técnica para proporcionar servicios de banda ancha y cumplir con las obligaciones de servicio público. La tecnología de Starlink es, según las autoridades, prometedora pero el organismo puso en tela de juicio si subsidiar una tecnología aún en desarrollo para banda ancha de consumo era el mejor destino para los fondos de los contribuyentes.
Nótese aquí que el regulador público no puso reparos en la cuestión legal o financiera sino en la parte inminentemente técnica. No obstante, el fastidio de Elon Musk se hizo evidente, al punto que puso en duda la continuidad de sus servicios satelitales para Ucrania.
La optimización de los fondos públicos entonces no solamente depende de un correcto control financiero, técnico y legal, sino que también está sujeta a la geopolítica. La afirmación de Musk por Twitter, dos meses después de la negativa de la FCC, si bien puede ser entendida como una contienda pública para próximas licitaciones en el sector, dejan el espacio adecuado para el análisis financiero de Space X.
La firma es una empresa de capital cerrado, es decir, no cotiza en Bolsa y no hay datos oficiales al respecto. Aun así, podemos valernos de estimaciones privadas, como las de Payload, donde muestran claramente estar en sintonía con la performance de la capitalización bursátil del periodo 2022/23.
En términos generales, la empresa batió el récord de más de 1 millón de suscriptores a inicios de año, realizó una rueda de inversión (a la par de los reclamos por la red social) donde recaudó poco más de USD 1.700 millones incluso sin plantear un claro destino a esos fondos a la vez que su facturación estimada pasó de USD 4.597 millones en 2022 a un proyectado de USD 11.552 millones para el año en curso.
Comparativa proyectada de ingresos Space X. Créditos: Payload
Como se observa, la empresa muestra que su capacidad para escalar los ingresos es real. La compañía tuvo 31 lanzamientos en 2021, 61 en 2022 y tiene como objetivo más de 100 este año (aunque Payload asume 87 hasta el momento).
Como resultado de lo expuesto, el debate obliga a replantear el método de scoring para la selección de ganadores en una licitación. Si la búsqueda es por la fortaleza en la hoja de balance, Space X y similares serían las ganadoras, tendiendo el mercado a una concentración de la oferta. Si, en cambio, la búsqueda es por las condiciones técnicas de los oferentes, corremos (en el extremo) el riesgo de seleccionar empresas con problemas en su flujo de caja y atrasos en la cobertura del servicio.
Por tales razones, es tiempo de analizar los efectos sobre el tamaño y margen del mercado para el caso que la política de asignación de recursos públicos se dirigiese a la demanda en lugar de la oferta.
Autor: Daniel Miliá. Magister en Gestión Económica y Financiera de Riesgos Especialista en Mercado de Capitales. Lic. En Economía. Autor de libros y artículos de finanzas y mercado de capitales. Conferencista nacional e internacional.