China: ambición y dominio en la órbita terrestre
China ha escalado rápidamente su poderío espacial, integrando capacidades militares avanzadas dentro de su estrategia nacional. El país ha priorizado el desarrollo de tecnologías antisatélite (ASAT) y sistemas de interferencia electrónica. La política militar china se centra en asegurar su superioridad en el espacio próximo, identificándolo como un dominio estratégico clave. En 2007, China demostró su capacidad de derribo satelital al destruir uno de sus propios satélites con un misil balístico, marcando un hito en sus capacidades ASAT. Su programa militar espacial está supervisado principalmente por la Fuerza de Apoyo Estratégico (SSF), que combina operaciones espaciales, cibernéticas y de guerra electrónica para ofrecer capacidades integradas y disuasivas.
Rusia: asimetría y disuasión en el espacio
Rusia ha revitalizado su política de defensa espacial como parte de su estrategia asimétrica frente a Estados Unidos y la OTAN. El Kremlin ve al espacio como un dominio crucial para la proyección de poder y ha invertido significativamente en armas contraespaciales, incluyendo misiles ASAT, armas de energía dirigida y satélites de inspección o interferencia (“satélites asesinos”). Moscú ha mostrado públicamente sus pruebas de armas antisatélite como advertencia, subrayando su capacidad para negar o degradar los recursos espaciales de sus adversarios en un conflicto. La doctrina militar rusa enfatiza el uso del espacio para disuadir, proteger sus activos estratégicos y garantizar un “acceso negado” a los recursos orbitales críticos para sus adversarios.
Europa: protección y cooperación internacional
La Unión Europea y la Agencia Espacial Europea (ESA) han adoptado un enfoque más defensivo, centrado en la resiliencia y protección de sus infraestructuras espaciales. A través del programa “EU Space Policy” y el establecimiento de un componente de seguridad en la ESA, Europa busca reforzar sus capacidades de vigilancia espacial (Space Situational Awareness, SSA) y desarrollar tecnologías duales para defensa y uso civil. La cooperación internacional, tanto con Estados Unidos como con socios como Japón, es un pilar fundamental de la política europea, que apuesta por un espacio seguro y accesible para todos. Sin embargo, la creciente militarización del espacio ha llevado a algunos países europeos, como Francia, a crear comandos espaciales militares y desarrollar capacidades defensivas y ofensivas, como armas de interferencia.
Estados Unidos: dominio y disuasión integral
Estados Unidos ha sido históricamente el actor dominante en defensa espacial y busca mantener esta ventaja a través de una política basada en el concepto de “Dominio Espacial”. La creación de la Fuerza Espacial de EE.UU. en 2019 formalizó esta estrategia, enfocándose en proteger activos críticos, como los sistemas GPS y las constelaciones de satélites de comunicación y reconocimiento. Washington ha desarrollado un amplio espectro de capacidades contraespaciales, que incluyen tanto tecnologías ASAT como ciberarmas para interferir o degradar sistemas adversarios. Además, la doctrina militar de EE.UU. enfatiza la disuasión a través de la capacidad de respuesta rápida y el uso de tecnologías avanzadas como sensores hiperespectrales, satélites maniobrables y armas de energía dirigida. Su política también incluye un fuerte componente de diplomacia, trabajando en marcos internacionales para mitigar riesgos de escalada y mantener la estabilidad estratégica en el espacio.
El espacio se ha convertido en un dominio estratégico clave para las potencias mundiales, reflejando las tensiones geopolíticas terrestres. Mientras Estados Unidos busca mantener el control hegemónico y una disuasión integral, Rusia y China apuestan por capacidades asimétricas para contrarrestar esta superioridad. Europa, por su parte, sigue una línea de protección y cooperación, aunque se prepara para un entorno cada vez más militarizado. En este contexto, la defensa espacial está emergiendo como un pilar central de las políticas de seguridad nacional del siglo XXI.